Ya terminaron las fiestas, lo hemos disfrutado mucho a pesar de las medidas excepcionales de este año y las reuniones con pocas personas. Hoy hemos recogido el árbol, el belén y la decoración que alegró tanto estas fechas.

Este año nuestra hija ha sido más consciente de las tradiciones que sumamos (con un padre catalán y con una mamá mexicana), por otro lado nos impresionó la cantidad de información que ha recibido del entorno aún sin nosotros haberlo inculcado en ella.

¿Qué tradiciones le estamos compartiendo a nuestra hija?

Todas las que hemos vivido Juan y yo en nuestra niñez, porque nos hacen volver a recordar y disfrutarlo de nuevo con ella.
El papá Noel o Santa Claus, el cagatió, los Reyes Magos, la corona de adviento, el belén o nacimiento, la rosca de reyes, el caldo con galets, el pollo relleno, los canelones, las gambas, las neulas remojadas en cava, los turrones y los tacos de Mochis, una nueva tradición en honor a mi abuela que D.E.P. En resumen, para nosotros, son momentos totalmente en familia, de compartir con los demás y comer muy rico.

El significado de los regalos, en toda la historia de la humanidad y en las culturas más antiguas del mundo, ha sido un símbolo de aprecio o amor, ya lo vemos en la religión católica con los Reyes Magos, pero también cuentan que se remonta a la antigua Roma en la fiesta de Saturnalia (17 de diciembre) cuando se honraba a Saturno el dios de la agricultura.

Los regalos se han utilizado para recibir huéspedes, para alejar a los malos espíritus, para predecir buena fortuna y en los rituales. Actualmente en algunas culturas se dan en los cumpleaños, para agradecer algo o despedirte de alguien, en los santos, en las fiestas navideñas, etc.

Por nuestra forma de vida, encaminada a evitar el consumismo sin sentido, además del proyecto de viaje (con el que llevamos meses en un proceso de desmaterialización y preparándonos para espacios reducidos en la furgo), teníamos muy claro que no le daríamos juguetes este año a Ameyali (por duro o «triste» que pueda parecer).

Muchos de nuestros familiares nos preguntaron qué le podían regalar y les comunicamos abiertamente las cosas que le hacían falta o que serían útiles para el viaje, ya que no valía la pena que le dieran algo que en dos meses tendríamos que vender o regalar porque no podríamos llevarlo con nosotros.

¿Qué regalos preferimos?

Primero, los hechos con las manos y con amor: alguna carta, un dibujo, un «vale por» alguna acción que haga sentir bien al otro. Por otro lado los regalos útiles como: ropa que haga falta y que realmente vayamos a utilizar, objetos que nos vayan a facilitar la vida en la furgo, productos ecológicos y que sean amigables con el medio ambiente utilizados en el día a día. También experiencias o aprendizajes como: una clase de algo que nos motive aprender, una entrada a algún lugar o un evento que nos aporte algo positivo. Por último, objetos de segunda vida o segunda mano que, se pueden encontrar prácticamente nuevos y en muy buen estado, aportan reducción en costos y en generación de basura.

¿Cómo intentar ser sinceros y seguir inculcando ilusión?

Nos encanta la ilusión de estas fechas y tenemos recuerdos inolvidables de niños, agradecidos con lo que nos dieron nuestros padres. Pero también queremos adaptar nuestras tradiciones, donde ella también participe y haga algo por los demás y no solo sean una fecha de pedir/recibir. Así que, al poner los zapatos cerca del árbol (como tradición en mi familia mexicana) ella hizo un dibujo para cada uno y lo dejó en cada zapato la noche antes de ir a dormir.

Algo nos inquieta es que no queremos llegar al día en que se de cuenta que lo que hemos dicho no era verdad y tener unos años de niñez donde pierda esa ilusión (como suele pasar), así que le hemos comunicado la historia de nuestras tradiciones y creencias con frases como «hay personas que creen» o «a mi me gusta creer en eso», «¿a ti te gustaría?». Así se abre un espacio de respeto y diálogo donde cada uno escucha y conoce las creencias de los otros.

Pero como bien hemos aprendido como padres, una cosa es la idea y otra es la práctica. Por más mensajes y explicaciones que le hemos dado a nuestra hija, ella ha encajado todas las piezas con la información que iba recibiendo y que le gustaba. Así que tenía clarísimo que vendrían los reyes y le traerían una bicicleta con pedales (algo que desde hace tiempo quería pero que no habíamos comprado por lo antes comentado), así que un día antes de Reyes, sin querer darle una decepción, corriendo, conseguimos una bici de segunda mano para que pudiera disfrutarla en estos dos meses. Estaba preciosa, de color rosa, como ella quería. ¡Ver su cara al despertar y encontrarla no tiene precio!

Tenemos todo un año para prepararnos mejor y seguirle comunicando el significado de las fiestas que van más allá del tema material para vivirlo, con ella, de una manera más espiritual.

Y ¿cómo vivieron estas fiestas? ¿qué opinan sobre el tema? y si tienen hijos ¿qué les han inculcado a ellos?